He tenido que dejar pasar unos días para madurar bien esta crónica del concierto de Bon Jovi en Madrid del pasado domingo. Es muy difícil contar un evento cuando se es un fan incondicional de la banda desde niño. Pero lo voy a intentar y lo voy a hacer de la manera más objetiva posible, aunque seguro que el corazón me va a traicionar.
El 7 de julio de 2019 estaba marcado en rojo en el calendario desde enero que salieron a la venta las entradas. Bon Jovi volvían de nuevo a España tras seis años y en mi caso volvía a verlos después de 9, ya que mi último concierto de los de New Jersey fue en aquel lejano Rock In Rio 2010.
El recinto elegido fue el Wanda Metropolitano, el que parece que se va a convertir en nueva sede de grandes eventos en la capital. Algo que por capacidad e instalaciones es lógico; pero que acústicamente es un auténtico quebradero de cabeza en gran parte del recinto. En mi caso, lo vi desde una grada lateral baja, y el sonido fue por explicarlo en pocas palabras potente, desequilibrado y horroroso. En otras zonas como la pista o el fondo frente al escenario, al parecer tuvieron mejor suerte.
Y así comenzó la velada con unos Marea que sorprendentemente anunciaron pocos días antes que serían los teloneros del «rubiales» como bautizó Kutxi Romero al líder de Bon Jovi. La banda de Berriozar venía de triunfar días antes en la Caja Mágica presentando su último trabajo «El Azogue» (2019). Parecía de primeras una mezcla de bandas extraña, pero los Marea salieron a por todas y se vio que había mucha gente entre el público que también era fan de la banda, como en mi caso. Una hora y 10 minutos duró su concierto, con un repaso a sus éxitos como «Corazón de mimbre», «Perro verde» o «En tu agujero», acompañados de temas nuevos como «En las encías», «Muchas lanzas» o «El temblor». Los Marea hicieron un gran concierto, con un sonido que comenzó horroroso y acabó mejorando según avanzaban. La banda se hizo con las tablas del escenario de Bon Jovi, corriendo y disfrutando como merecía la ocasión.

Tras unos minutos de descanso comenzaba el concierto de Bon Jovi que dio al público lo que estaba deseando, un repaso a una carrera de más de 30 años plagada de éxitos en todas sus etapas. Abrían de hecho con su éxito más reciente que da nombre a su último trabajo, «This House Is Not For Sale». De ese disco además cayeron a lo largo de la noche otros dos temas como «Rollercoaster» y «God Bless This Mess». El resto del repertorio fue un viaje por todas la épocas de la banda, especialmente centrándose en sus grande éxitos de los 80 como la primigenia «Runaway», la siempre efectiva «You Give Love a Bad Name», el clásico «Born To Be My Baby» o un bis en el que tocaron el baladón «I’ll Be Ther For You» y el clásico «Living On A Prayer». Pero también sonaron éxitos de los 90 como un magnífico «Keep The Faith», el medio tiempo «In These Arms», el baladón «Bed Of Roses» (con estribillo en castellano), la buenrollista «I’ll Sleep When I’m Dead» o su mega éxito «It’s My Life». Y es que otra cosa no, pero de éxitos está plagada la carrera de Bon Jovi. Hasta de sus últimas étapas ya en los 2000 sacaron a relucir temas que el público coreó de pe a pa como «Have A Nice Day», «Lost Highway» o «We weren’t born to follow».
Es difícil quedarse con solo unos momentos del concierto, pero si tuviese que destacar alguno, que el segundo tema fuese «Raise Your Hands» una canción que en su día no fue single, pero que es un pepinazo, me puso la carne de gallina. Me pasó lo mismo con un «Lay Your Hands On Me» epiquísimo en el que todos celebramos una misa del Rock. Y el lejano oeste llegó con un «Wanted Dead Or Alive» que siempre suena grandioso. Eché de menos algún tema de mis disco preferido, «These Days» (1995), pero no se puede pedir todo.
La puesta en escena con unas pantallas gigantes que alternaban imágenes de los miembros de la banda con infografías que ilustraban cada tema, fue magnífica. El escenario era muy amplio, pero la pasarela que se adentraba entre el público fue muy poco usada por Bon Jovi (no así por los Marea). Una pena, pero todo tiene su razón de ser. Y esa razón es que Jon no está bien de la voz. Se le nota que sus cuerdas vocales sufren y que se concentra al máximo en cada tema para no desafinar. La banda le hace unos coros magníficos y si a eso le añades un público entregado que se sabe cada letra, todo se hace más llevadero. Esto es algo que viene pasándole desde hace unos años y empieza a ser preocupante, ya que Jon solo tiene 57 años. Es verdad que sus éxitos ochenteros tienen unos agudos imposibles (él mismo se arrepintió no hace mucho de ello) que hacen que una voz madura no pueda con ellos, pero el problema es que esa sensación es constante. Jon salva los muebles con muchas tablas y una actitud apasionante, que tiene al público encandilado desde el primer minuto; pero siendo sinceros tiene un problema grave de voz. Ojalá tenga solución y podamos disfrutar de él por mucho tiempo.
El resto de la banda estuvo sobresaliente no solo apoyando a su líder en los coros si no en todos sus instrumentos. Tico Torres y David Bryan son el corazón del grupo y hace especialmente ilusión verles en el escenario junto a Jon. Hugh McDonald, el bajista que más tiempo ha estado en Bon Jovi, estuvo solvente y como siempre en segundo plano. En las perscusiones estaba un gran Everett Bradley, que tan pronto toca unos shakers como te hace unos coros increibles. John Sanks a la guitarra rítmica parecía Robert Downey Jr disfrazado de Bruce Springsteen. Lo siento mucho pero reconozco que no me cae demasiado bien. Creo que no aporta casi nada en el directo y en estudio ha producido los últimos disco de Bon Jovi que con otro productor hubiesen sonado infinitamente mejor. Por último me gustaría destacar a Phil X, el guitarrista que substituyó hace 6 años a al añorado Richie Sambora. Los zapatos que tiene que calzar son muy grandes y para los fans de la banda, Richie es mucho Richie. Pero Phil X se ha acomodado muy bien a esos zapatos. Instrumentalmente es una máquina que consigue adaptarse a cada tema y aportar su estilo propio. Y en escena es una bestia que complementa y ayuda a Jon como Richie en sus mejores tiempos. Si en un futuro vuelve Richie (ojalá), Phil X debería permanecer y John Sanks desaparecer a mi modo de ver.
En conclusión, el concierto fue un evento de 10. El repertorio magnífico, la puesta en escena espectacular, Jon desprendiendo carisma por los cuatro costados, la banda extraordinaria acompañando a su líder y el público entregadísimos durante las 2 horas y cuarto que se hicieron cortísimas. Estoy deseando volver a verles en directo, a pesar de todo lo malo.

Entrada y fotos realizadas por Javi Miralles, Coordinador de Rock Camp.