Hoy os traemos el nuevo disco de Biffy Clyro, una de las bandas favoritas de varios de nuestros redactores, que han parido un disco que sirve de banda sonora a una película y que nos ha pillado a todos con el paso cambiado, ya que lanzaron un single de manera repentina y anunciaron el disco para el día siguiente.
Una cuestión que muchas veces determina a largo recorrido la diferencia entre una banda buena y una grande es la capacidad de cambio que demuestren. Si se amoldan a una fórmula, ya sea por miedo, incapacidad o pereza, corren el riesgo de dejar de ser relevantes porque admitámoslo, todos cambiamos, y es difícil que lo que te emociona como melómano un año, seis u ocho años después siga siendo lo mismo. No somos rocas en el océano, sino más bien piedras de río que se mueven ineludible e imperceptiblemente con la corriente. Y esto los de Kilnarock lo saben muy bien y abrazan el cambio y los riesgos. Así, sin previo aviso, nos han traído «Balance, Not Simmetry»(2019), su nuevo disco que tiene la particularidad de ser banda sonora de una película del mismo título que se estrenará este verano. A falta de ver cómo conjunta la música con las imágenes, ya hemos podido escuchar el disco y aquí viene nuestra crítica.
El disco comienza con dos grandes temas: “Balance, Not Simmetry” (del que ya hablamos aquí) golpea directamente y “All Singing and All Dancing” nos lleva a los 80. Vale, las cartas ya están encima de la mesa: el disco es distinto y se ha concebido de una forma muy diferente, pero desde luego es continuista, por lo que vamos a pasar de la rabia a la alegría constantemente. Quizá de eso se trate, de encontrar el equilibrio.
“Different Kind of Love” ya la conocíamos al estar incluida en su MTV Unplugged del año pasado (del que os hablamos aquí) . Es una canción bonita, con un timbre preciosista y una guitarra solista fuzzeada al final que le queda como anillo al dedo. Le sigue “Sunrise” donde intentamos cabecear con el riff principal y sus ritmos extraños devienen en un tema pop de gran potencia melódica con retazos funk. De verdad que estos escoceses tienen una facilidad para la melodía adecuada que a veces parecen un grupo de AOR de los 80, aunque el sonido crudo sea antagónico al de bandas como Journey o Foreigner. Después viene “Pink” un corte instrumental que nos recuerda que, aunque atípica, estamos escuchando una banda sonora, cosa que ocurrirá también con “Navy Blue” o “Yellow”, aunque mi favorita es la primera.
La tríada siguiente es curiosa: “Colour Wheel” sigue la línea preciosista ochentera (esos sintes, esos coros….) para que luego la disonante y malrrollera “Gates of Heaven” nos deje con el pie cambiado. Y “Fever Dream” es la mezcla perfecta de las dos anteriores, acabando en gritos de rabia pura y aleluyas. Reactivan la máquina “Tunnels and Trees” (el mejor puente y estribillo del disco) y “Plead” la frena. Quizá sea uno de los problemas de este disco: sus constantes altibajos, no dejan que haya fluidez como en otros discos previos de la banda. Quizá sea porque hay que conjugar el lenguaje musical con el audiovisual y estamos viendo la perspectiva a ojo tapado, pero no puedo evitar la sensación de estar encontrándome constantemente semáforos en el trayecto.
Encaramos la recta final con “The Naturals”, que arranca acústica y se vuelve épica en cero coma; “Touch” no acaba de encajarme como conjunto bien aunque su parte cañera me emocione a saco; “Jasabiab” y “Following Master” no aportan demasiado, desgraciadamente. Y acabamos de bajona con la balada “Adored”.
En resumen, como experimento es bueno, muy bueno. Como disco, se queda algo más flojo que los anteriores por ser demasiado largo y por perder fluidez, pero ya quisiera la mayoría del postureo rockero e indie por igual tener una carrera tan sólida como la de los escoceses. Mientras, esperaremos el siguiente disco con sed de lo que nos traen siempre: cosas nuevas.
Entrada realizada por Fran García Crespo, Monitor de Rock Camp.
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