Hace unos dias amanecíamos con la triste noticia del fallecimiento con 80 años de una leyenda del Rock. Aunque no sea conocido por las masas Ginger Baker fue el batería de Cream, el considerado primer supergrupo de la historia, junto al bajista Jack Bruce y al, este sí, famosísimo Eric Clapton. En su breve carrera de tan solo un par de años dejaron cuatro discos para la posteridad: Fresh Cream, Disraeli gears, Wheels of Fire y Goodbye. En ellos exploraban los sonidos más psicodélicos del blues eléctrico que afloraba en aquella época.

Hay quien se refería a Baker como “el último salvaje del rock” por su mal carácter y sus continuas discusiones con Jack Bruce, que llevaron a la separación del grupo en 1968.
Ginger Baker nació en una familia muy pobre, y desde pequeño golpeaba las mesas de la escuela, que abandonó para dedicarse a la música jazz que le apasionaba. Él mismo se definía como un batería de jazz, pero su inconfundible estilo enérgico enseguida le ubicó en bandas rockeras. Fue pionero con el doble bombo y muchos le consideran influencia para el primer heavy metal, aunque con su simpatía habitual él defendía que ese género musical debió ser abortado.
Tras la disolución de Cream junto a Clapton fundó Blind Faith, pero acabó desapareciendo tras la muerte de su amigo Jimi Hendrix (quizá os suene el nombre) para irse a Nigeria, donde malgastó la fortuna que había conseguido con un ruinoso estudio de grabación y una afición desmedida por comprar caballos para jugar al polo.
Grabó varios discos más, con Fela Kuti varios de ellos, y continuó actuando y residiendo en varios países africanos hasta 2016, momento en que tuvo que cancelar su gira por problemas de salud y volver al Reino Unido.
Larga vida a Ginger Baker.
Entrada realizada por Pablo Giral